jueves, 26 de enero de 2017

4.- Check-in

Iñaki miró su reloj. Miró el reloj del móvil. Miró el reloj sobre el mostrador de facturación. Miró de nuevo el reloj del móvil. Miró el reloj de la muchacha que esperaba delante de él para facturar. Y todos marcaban lo mismo, cosa poco sorprendente. Resopló.

Jodida Patricia, pensó. Me mata. De verdad que me mata. Cómo me hace esto.

Se tiró de la barba, nervioso. Unos segundos más y le tocaría el turno a él para facturar su equipaje, y estaban a punto de cerrar el vuelo, y Patricia sin aparecer, y con todo lo que tenía que hacer y preparar. Joder, se repitió. Volvió a mirar todos los relojes.

Patricia llegó en el ultimo instante a su lado, resoplando tras la carrera. La mirada de él era fría como Plutón.

-Cómo puedes hacerme esto, tía -murmuró mientras entregaba su billete a la empleada de British Airways-. Siempre eres impuntual, pero esto... venga, acabemos rápido que todavía lo perdemos.

Ella le miró en silencio unos instantes, sin moverse ni sacar nada de su bolso.

-No voy contigo, Iñaki -musitó al fin.

-¿Qué? -respondió él casi gritando-. ¿A qué viene esto?

Ella desvió la mirada. -Ha pasado algo...

-Qué... ¿qué intentas decirme? -la furia de Iñaki se desvaneció de repente. Miles de pensamientos pasaron por su cabeza, y ninguno era bueno. Su relación no estaba en el mejor momento, de acuerdo, pero aquello era... no era posible, simplemente no...

Patricia se limitó a mirar para otro lado, indecisa, jugando con los rizos de su pelo con un dedo.

-¿Has vuelto con tu ex? ¿Es eso, verdad? -dijo al fin Iñaki, provocando la atenta mirada de la empleada de BA que le estaba entregando la tarjeta de embarque desde hacía unos segundos y que él ignoraba completamente.

Patricia volvió de pronto la mirada hacia él y se echó a reír. Le dio un abrazo, rodeándole de la cintura, pequeña como era.

-Mira qué eres tonto ¿qué dices? -rió tiernamente-. Siempre temiendo que pase algo así. No, Iñaki, es algo de trabajo. Tengo algo gordo.

-Vale -respondió él parpadeando, aliviado-, pues cuéntamelo después de que hayamos despegado. Venga, que hay cola...

-Que no voy contigo -insistió ella, dejando de abrazarle y ahora algo más seria-. Te repito que es algo gordo y que tengo que quedarme para verlo. Y no, no puedo contártelo en este momento.

-Caballero, su tarjeta de... -intentó terciar la empleada de British Airways, sin querer perderse ripio del asunto pero recordando ante todo su tarea.

-No puede ser tan importante como lo de mañana -exclamó él, ignorándola de nuevo.

-Claro que no -Patricia se enfureció-, como yo soy una freelance de mierda y tú un señor periodista de la cadena pública, yo no puedo publicar ninguna historia que merezca la pena. ¿Verdad? Por eso yo no puedo pagarme el alquiler y tú en cambio a transmitir desde Londres lo del Brexit, y a mí que me... joder, Iñaki, eres un...

-No, no, no, no he querido decir eso -el chico se dio cuenta de que estaban montando el número y la gente, deseosa de embarcar cuanto antes, estaba lanzándoles miradas furiosas-. Pero ¿en serio que...?

Ella lo pensó un momento antes de reaccionar y tirarle violentamente de las solapas de la camisa hacia abajo, poniendo su boca al lado del oído de él.

-¿Viste ayer la rueda de prensa de la vice? -susurró apresurada.

-Sí, bueno, la he leído en la web y...

-Una mierda como un piano, todo ello -continuó ella, confidencial-. Te mato si cuentas esto, pero, esta mañana he estado en el ministerio para otra cosa, y he escuchado algo...

-¿Algo de qué?

-En la sala de reuniones había dos hablando a voces, y uno de ellos venía de ver a Soraya, a la vice ¿sabes? no he entendido más que la mitad, pero parece que la tía está cabreadísima porque se ha enterado de lo del tipo ese de la bandera de Gibraltar. ¿Sabes cuál te digo?

-Sí, el friki ese del partido facha, ¿y qué? Ya lo mencionó y dijo que...

-No tan friki -le tiró más de las solapas de la camisa-, parece que ha sido todo consentido por Mariano y las cloacas de Interior. Eso es lo que voceaba este tipo en el despacho, que a Soraya se la llevan los demonios porque la han dejado por mentirosa. Pero de momento nadie lo sabe.

-¿Cómo "consentido"? -Iñaki aún no daba crédito- ¿Qué dices? ¿El PP apoyando...?.

-Consentido, tío, que querían crear un efecto patriótico para las elecciones, para darles un empujón gordo frente a Podemos,... en Interior se enteraron del plan de esos nazis y dejaron aposta que lo hicieran, y parece que esperan que funcione en las encuestas, con el rollo de "ya están los ingleses dando por culo, nosotros somos la firmeza". Pero es que ella no sabía nada de eso; la han dejado al margen.  ¿Te das cuenta? ¡Un partido nazi haciendo sabotajes, apoyado implícitamente por Interior!

-Caballero -insistió la empleada- si me atiende un momento...

-Pero Patricia -le dijo él a media voz, irguiéndose de nuevo como pudo-, no tienes pruebas de eso. No puedes publicar...

-Claro que no, y por eso no puedo irme contigo a Londres ahora. Me voy a Málaga, de ahí un coche alquilado o algo a Gibraltar, y voy a intentar entrevistar al tipo ese en los calabozos a ver si me dejan. Sé que no es fácil, pero yo puedo llegar donde vosotros no podéis.

Iñaki suspiró. Tenía que dejarla hacerlo a su manera. Y sin embargo...

-Cariño -hizo un último esfuerzo-, tenía este hotel en Londres reservado para nosotros dos... incluso este vuelo lo cogí para que fuéramos juntos: mi productora y mi cámara vuelan esta tarde justo por eso... y ahora...

Ella le puso la mano en la barba y le acarició la cara.
-Lo siento, cielo -dijo ella-, otra vez será... es una oportunidad grande para mí... ¿lo entiendes?

Iñaki lo entendía, por supuesto. Se dieron un rápido beso, lleno de sentimientos encontrados, y finalmente, con un largo suspiro, él aceptó la tarjeta de embarque que le daba la furiosa empleada.

Veinte minutos más tarde ocupaba, solo, su asiento en el Airbus 320 destino a Heathrow. Había planeado tanto aquella semana a su lado... compaginar trabajo y placer, bah, a la mierda todo. Sacó su libreta de notas sobre la votación del Brexit y su tablet. Había que concentrarse en...

-¿Desea un café antes del despegue, caballero? -dijo la voz a su lado.

Patricia, sonriente, se dejó caer en el asiento de su lado, para estupefacción de Iñaki.

-Pero ¿qué... que haces aquí? -exclamó, encantado de verla-. ¿Y lo de irte a Málaga?

Ella se encogió de hombros con sencillez.

-No había nada libre para Málaga, y me han dicho que tampoco hay vuelo directo a Gibraltar desde Madrid, únicamente lo hay desde Londres... y aún tenía el billete, así que... -y añadió susurrando-  he pensado que, además, sería una pena desaprovechar esa habitación que reservaste ¿verdad?

Anunciaban el cierre de las puertas del avión.

Fue un vuelo bonito,... y una noche aún más bonita.
Patricia e Iñaki tardarían mucho en compartir una noche igual.

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