martes, 31 de enero de 2017

5.- The longest day (11.30)

El sonido de innumerables zumbidos en su móvil acabó por despertar a Marcos. Era ya media mañana cuando abrió los ojos, sobresaltado: el sol entraba a raudales por la ventana del apartamento en Sotogrande en el que llevaba refugiado desde que salió del Peñón por los pelos. No era primera línea, pero a lo lejos podía atisbarse el mar entre las torres de los hoteles. Echó mano al móvil, en la mesilla de noche. ¿Ocho llamadas perdidas?

Era su jefe desde Madrid. Le devolvió la llamada al instante, preocupado.

-¡Marcos! Qué pasa, muchacho. Oye, ¿estabas dormido o qué?
-Nooo -mintió él sin poner mucha convicción.
-Pues ya puedes despejarte. Hoy es el día. Vamos adelante con la manifa delante de la verja del Peñón, esta noche a las nueve. Estamos difundiendo por las redes, me dicen que ya somos uno de los trending topic.
-Vaya -respondió Marcos, abrumado-. ¿Tanta gente va a venir?
-Ya sabes -resopló su jefe- la mayoría son guarros que insultan y hacen bromitas, pero ya sabes, mejor que hablen de tí. La cosa se está difundiendo y ya sabemos de gente que está alquilando minibuses, de todas partes, para estar aquí a la hora. Y necesitamos tu ayuda, ¡claro! Haz que ese móvil eche humo, camarada. Mañana en las elecciones lo vamos a petar.

Marcos suspiró, un poco aliviado. Si ese iba a ser su papel en lo de hoy...

-Y espero verte esta noche por allí, sería la leche -continuó su jefe al otro lado del auricular.

Oh, mierda, se dijo.

-Pero... -balbuceó-... ¿estás seguro? ¿Volver? ¿Y si me reconocen los de la policia?
-No me jodas, Marquitos -rió el jefe del partido-, ¿te me vas a acojonar? Piensa, coño. ¿Crees que con toda la gente que seremos se van a fijar en ti? ¿Crees que alguien se va a acordar?

Marcos reflexionó un momento. Ahí tenía razón, no era probable, pero aún seguía acordándose de su amigo, preso en algún lugar de la Roca.

-Pero -objetó una vez más-, seguro que han mirado en alguna cámara de seguridad...
-Ya, y se van a dedicar a mirar entre todos los asistentes si alguno se parece al de la bandera. Venga, hombre. Además, lo vamos a hacer en el lado español, por supuesto, ¡ellos no pueden ni tocarnos ahí!

Marcos suspiro de nuevo y echó una mirada a la ventana, relajándose un poco. Entre la masa estaría seguro. Aunque volver al "lugar del crimen" le inquietaba un poco en el fondo, hacerlo rodeado de docenas de personas anónimas era diferente.

Minutos después bajaba a la calle. Tocaba desayunar en el bar y, con suerte, reclutar allí algunos patriotas más para la causa. Aún quedaba mucho para las nueve.

No hay comentarios:

Publicar un comentario