miércoles, 1 de febrero de 2017

6.- The longest day (15.00)

-En jornada de reflexión, no. Ni de coña -sentenció Soraya mientras comía una patata frita.

Sobre la mesa de su despacho, al teléfono en manos libres, el ministro del Interior. Él estaba de viaje en su coche,viajando hasta su ciudad para votar al día siguiente; ella estaba en Madrid, solucionando los últimos problemas para las elecciones generales del día siguiente.

-Lo comprendo -dijo el Ministro por el altavoz-. Pero ¿no serà mejor hacer oídos sordos y...? Ya me entiendes, serán dos docenas, a pesar del revuelo en Twitter: mucho ladrar pero poco...
-No en jornada de reflexión -le interrumpió ella con firmeza tras dar un mordisco a la hamburguesa-. No habrá escándalos que puedan reprocharnos después. Esta vez no. Moviliza a pocos efectivos, pero saca a esos payasos de ahí.

Más que en escándalos de dejadez por permitir manifestarse el día de reflexión, Soraya tenía más en mente al presidente y a su estrategia de atraer votos agitando el espantajo de Gibraltar. Apretó los puños con rabia. Si estaba en su mano, ella no pensaba permitirlo. No estaba nada claro que ellos fueran a ser los vencedores, y Soraya estaba dispuesta a ver perder a su partido con tal de quitar de en medio a toda esa panda de corruptos y poner a su propia gente al timón de todo.

Con suerte, viendo arrestar a todos esos nazis en el Telediario de la noche, al inútil del Presidente se le atragantaría la cena, pensó con un toque de malicia. Y todavía tendría que darle las gracias a ella por el buen trabajo.

-Paco -dijo al ministro al fin-, no seas tacaño con los antidisturbios. Que se note que nos lo tomamos en serio.

Por lo demás, pensó la vicepresidenta mientras colgaba, el resto del día estaba siendo tranquilo...

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